terça-feira, 16 de julho de 2013

TURMA jOVEM APRENDIZ 2013 SEST SENAT da manhã

Prof. Juan Carlos Lozano Guzmán.  SEST-SENAT PELOTAS - RS BRASIL     9125 6223

sábado, 25 de maio de 2013

segunda-feira, 18 de março de 2013

domingo, 3 de fevereiro de 2013

PIEDRAS NEGRAS


                         Piedras negras


 

Hace tiempo que no veo ningún mensaje en el horizonte. Ni tan siquiera alguno de los incendios fortuitos, la lluvia ácida o una lejana nube me hacen soñar fugazmente, ni me dan alguna gota de ilusión con las que beban mis cansados ojos o brillen las casi olvidadas  esperanzas de que pueda haber alguien más. Y aquellas islas siguen allí, tan lejanas como siempre. Desde que mi ultra-ligero se quedó sin combustible y tuve que aterrizar en esta maldita islilla no puedo pensar en  otra cosa que en encontrar a alguien.  No puede ser que solo quede yo. Desde hace muchos días creo que el futuro no me traerá nada nuevo a esta playa. Son más de treinta años de soledad desde que intenté aprovechar aquel descubrimiento del hangar y el depósito de gasolina, olvidados en el polvoriento pueblo del desierto. Más me hubiera valido quedarme quieto, pero tenía que intentarlo. No podía seguir deambulando por aquellas carcasas de cemento sin vida.

            El menú de cocos: pasta de cocos, conserva de cocos, galletas de coco, coco salado, coco dulce, licor de coco; lagartijas, serpientes, algún pajarillo enfermo,  roedores, insectos y pececillos contaminados no me sienta tan mal, continuo vivo. Creo haber conseguido alguna estabilidad en estos años: una buena casa con vistas a este mar fétido, para otear ese horizonte de sangre y a ese Dios en llamas, a ese sol dañino al que no puedo ni nombrar para no quemar mi inútil lengua, desgastada de no usarla. Antes hablaba sólo, hablaba de noche, en la penumbra de mi cueva, le hablaba al fuego… pero decidí poner fin a esa locura. Ahora les hablo a ellos, a los animales que consigo atrapar en las trampas que tengo distribuidas en todas las sendas. Pero ellos no me responden y tengo que sacrificarlos antes de que mueran. Tan solo aquel ruiseñor errante me acompañó durante algunos días con sus trinos antes de desaparecer en el horizonte. ¿Qué habrá sido de él?

 Conseguí canalizar y filtrar  el agua que se condensaba en las hojas de estas palmeras duronas y así consigo tomar una especie de té medio decente. Ellas son mi ejemplo a seguir, continúan peleando por vivir y cuando parecen muertas… un brote verde aparece semanas después diciéndome  que continúan allí luchando como yo. Por eso no termino de arrojar la toalla con los jodidos cocos. Son como el regalo de una madre y aunque no me gusten demasiado, no les pongo mala cara.

            Cada día controlo las trampas de las veredas, recojo las ramas secas para la cocina y para la hoguera del mirador. Siento como un cosquilleo especial cuando tengo que subir allí. Aunque no hable con nadie, no renuncio a comunicarme… por eso son tan importantes esas piedras oscuras que vomita el mar… Primero paso por la playa para ver si algún cangrejo o algún pez cayeron en las cestas y rebusco esas rocas raras que se abren como conchas y que llevan números inservibles. Eran una plaga, basura industrial, pero ahora son mi pasaporte para conectarme con el mundo. Antes, parece que toda la gente las utilizaba. Antes de que cayesen todos los satélites. Antes de que se prohibiesen los ordenadores y los medios de comunicación independientes, para obligarnos a todos a usar otros aparatos más nuevos, más avanzados. Eran una especie de pin oficial, de chip, localizado en una de las orejas y que servía para enviarnos noticias, músicas y órdenes. Un castigo. Siempre estábamos controlados. El mío conseguí arrancármelo hace años… Ahora esas piedras gastadas y oxidadas, una vez  secas, arden tan bien… producen un hermoso humo de colores, diferente y denso que contrasta con el débil humo gris de los islotes que aún soportan el avance impasible del podrido mar. En la hoguera del mirador, las piedras Nokia generan una bola azul; las Motorola una bola negra; las Erikson una bola roja... Cualquier humano que las vea sabrá que estoy aquí esperando. Pero son ya tantos años sin ninguna respuesta, sin ninguna señal… que al parecer estoy solo.                                                                  

 

J. Carlos Grey
Juan Carlos Lozano Guzmán